La llegada de Carlos III al trono de España fue uno de los acontecimientos más sorprendentes del convulso siglo XVIII. No obstante y con acertado criterio, ha sido considerado como el autor material del embellecimiento y modernización del Madrid un tanto angosto y oprimido, optando por el ensanche de la Villa hacia el Jardín del Buen Retiro y no escatimando recursos para conseguir que la capital del reino nada tuviese que envidiar a la suntuosidad de la vecina Francia o Italia consideradas hasta entonces como las más brillantes de occidente. Al comienzo de su reinado estimó prioritariamente finalizar las obras del Palacio Real de Aranjuez y el Palacio Real de Madrid. Tuvo la suerte de encontrarse con uno de los grandes maestros del diseño, del dibujo y de la proyección arquitectónica: Ventura Rodríguez. Jovellanos, después de su muerte, constató que “…levantó a la Villa desde la mayor decadencia al más alto grado de esplendor” y dos siglos más tarde Fernando Chueca Goitia dejó patente su eficacia profesional comentando que el éxito de la obra de Ventura Rodríguez se basó principalmente en que “… fue capaz de combinar el estilo barroco con el neoclásico al mismo tiempo que añadía pinceladas del más puro toque herreriano…”.
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Diseños, trazados y proyectos de Ventura Rodríguez en el Madrid de Carlos III